Algunos aspectos han generado discusión, pero su influencia es indudable.
Son varias las controversias que rodean a la figura icónica de Pablo Picasso (1881-1973), ahora que se celebran los fastos del cincuenta aniversario de su muerte con exposiciones en todo el mundo. La originalidad del malagueño y la valoración crítica de determinadas etapas de su trayectoria han sido recurrentemente cuestionadas.
Picasso siempre ha suscitado envidias y algunos rencores. Su larga vida y su enorme producción artística se han prestado a la crítica fácil. Sin embargo, Picasso es hoy -traspasada la linde simbólica de la eternidad que es el medio siglo desde el fallecimiento, algo que ciertamente deben recordar los coleccionistas de arte emergente- el artista más influyente del siglo XX, el más admirado, el explorador incansable de las soluciones plásticas, el maestro indiscutible de todas las vanguardias. Por una vez, la teoría del genio individual ha resultado ser cierta.
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