La muestra conmemorativa del 50º aniversario de la muerte de Picasso en el Reina Sofía, comisariada por el catedrático de la UMA Eugenio Carmona, supera todas las previsiones. Sorprendió la ausencia de autoridades políticas y universitarias malagueñas en la inauguración de la exposición organizada por Francia y España dirigida por un malagueño... ‘Yo vengo del paraíso’, las memorias de Antonio Salcedo.
Es un lujo. La gran exposición conmemorativa del 50º aniversario de la muerte de Picasso, organizada por Francia y España e inaugurada por los Reyes de España en noviembre en el Reina Sofía, está batiendo todos los registros. La muestra, comisariada por ese lujo que se llama Eugenio Carmona Mato, catedrático de la UMA, malagueño nativo, confeso y militante, es un espectáculo, una verdadera joya, y tener la oportunidad de verla junto al propio Carmona es un lujo digno de envidia. ‘Picasso 1906, la gran transformación’.
Ese es el título, y se ha elegido porque es el año en el que el genio cambia, y donde empieza su camino para llegar a mito y leyenda del arte. Pablo es hasta 1905 uno, y Picasso nace, de alguna forma, en 1906. Fernand Olivier, su primer gran amor y su primera musa, tendrá mucha culpa, pero también su gran inteligencia. Picasso comienza a ser una esponja, a absorber influencias de todo tipo de arte: ibérico, romano, africano, andaluz... Y todo lo vuelca en sus obras.
Rompe con los estilos y con los estilismos, y lo hace también con su peculiar forma de entender la vida, como un malagueño de la calle, de postín y castizo, porque sí, Picasso era un malagueño castizo, y hay que comprender la simbiosis de ambos términos.
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