© Sucesión Picasso, VEGAP, Madrid, 2023
Esta obra forma parte de los experimentos que iniciaron Pablo Picasso y Georges Braque desde 1908, rompiendo los cánones establecidos de perspectiva y representación por planos geométricos en espacios comprimidos. En estas obras, que el crítico Vaucelles denominó de “pequeños cubos”, los objetos se reducen a elementos geométricos, descompuestos y, a veces, presentados desde múltiples ángulos. Los temas que abordan forman parte de los géneros tradicionales: paisajes, bodegones o, como en este caso, retratos en composiciones cada vez más fragmentadas.
En este retrato reconocemos la forma de la mujer gracias al espacio que rodea a la figura principal. Frente a obras con una paleta más amplia y variada, destaca en este retrato una gama neutra de marrones y negros que centran la atención en la composición geométrica. La figura se compone de distintos planos, ángulos, líneas y sombreados para los brazos y la cabeza, abstrayendo el rostro y deformando el torso que sabemos desnudo por el título.
El cubismo de Picasso, que conoce a Chanel en torno a 1917, va a influir notablemente en la simplificación que ella había emprendido en la moda femenina. Como explica Paula Luengo, comisaria de la exposición Picasso/Chanel en el Museo Tyssen, el cubismo analítico de Picasso y Bracque, tiene una fuerte influencia en la moda de Chanel. Las formas rectas, los diferentes puntos de vista, la monocromía, texturas y nuevos materiales … Son algunos elementos que vemos como resultado de esta influencia.
Esta obra se encuentra en el Tate Museum, fue adquirida en 1949.