El 18 de julio de 1936 estalla en España la Guerra Civil. Durante esta etapa de la historia española numerosos artistas e intelectuales condenaron el golpe de estado, entre ellos, Pablo Picasso. Para ese entonces, el artista era ya un conocido pintor que había expuesto muchas de sus obras en ciudades como París o Nueva York y había manifestado su claro su apoyo al gobierno republicano. Por este apoyo, además, fue nombrado director del Museo del Prado, el 19 de septiembre de 1936.
Josep Renau, al frente de la Dirección General de Bellas Artes, viaja en diciembre de 1936 a París, con el objetivo específico de invitar a una serie de artistas a participar en el pabellón español de la Exposición Internacional de Artes y Técnicas en la Vida Moderna, comisariado por José Gaos y de cuya arquitectura se encargarán Luis Lacasa y José Luis Sert. Entre la nómina enlistada para el pabellón figurarán Joan Miró, Alexander Calder, Julio González y Pablo Picasso, con un proyecto de mural exterior.
A dos meses de la exposición, Picasso atravesaba una crisis creativa y personal y no había conseguido resolver el encargo que le habían realizado. Los bombardeos efectuados por la aviación alemana sobre la villa vasca, Guernica, que dio nombre al cuadro, conocidos por el artista a través de las fotografías publicadas en el periódico francés L’Humanité, actuaron como catalizador, y Picasso comenzó a trabajar en el lienzo (Esteban Leal, s. f.).
Como señala Paloma Esteban Leal en su reseña sobre el mural, “el resultado del cuadro no es una representación de estos bombardeos, sino un alegato genérico contra la barbarie y el terror que supuso la guerra, y por desgracia, una premonición de lo que vendría después: la Segunda Guerra Mundial”.
El 1 de mayo de 1937 Picasso comienza con los primeros esbozos del lienzo. En él se muestran los personajes principales como el toro (representando la brutalidad de la Guerra Civil con aspecto asustado simbolizando un autorretrato de Picasso), la mujer con la luz (alegoría fantasmagórica de la República), el guerrero derribado en el suelo (representando que la esperanza persiste a pesar de la guerra), y el caballo (por las víctimas inocentes de la guerra). No es hasta el 8 de mayo cuando aparece la figura de la madre con el niño (representación de la piedad).
En esa época de la vida del artista, Dora Maar era su pareja. La pintora, fotógrafa y escultora francesa, registró todo el proceso de creación del Guernica hasta el 4 de junio de 1937, día que Picasso finalizó la obra.
Finalmente, el Guernica se trasladó por diferentes museos y las disputas que ha originado su destino final son plasmadas en el libro Los Viajes del Guernica:
“Las polémicas sobre dónde debía ubicarse Guernica fueron continuas desde que fue depositado en el MoMA. A finales de la década de 1950, después de un exitoso periplo por Europa, un grupo de intelectuales y artistas europeos le sugirieron a Picasso que el mural no volviese a Estados Unidos. También un colectivo de artistas americanos quiso hacerle llegar a Picasso, en 1971, una petición para que retirase el lienzo del museo neoyorquino. Al llegar a España, los debates sobre la ciudad que debía acoger el cuadro continuaron: Gernika, Barcelona, Málaga o Madrid se lo disputaron. Sin embargo, para Picasso lo esencial era que el lienzo estuviese en el, por entonces, único gran museo nacional: el Museo del Prado”. (Borja-Villel y Peiró, 2019)
Ya en España, el cuadro se exhibió primeramente en el Casón del Buen Retiro, del Museo del Prado, desde donde se trasladó definitivamente a las salas del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía en 1995.
Referencias:
- Borja-Villel, M et al. (2019). Los viajes de Guernica. Publicaciones de la Colección. Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía.
- Esteban Leal, P (2003). Guernica y Picasso 1881-1914. Ediciones Aldeasa.
- Esteban Leal, P (s. f.). Guernica. Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. Disponible en: https://www.museoreinasofia.es/coleccion/obra/guernica