Pablo Picasso fue nombrado por el gobierno de la República como director del Museo Nacional del Prado. Su nombramiento tuvo lugar el 19 de septiembre de 1936 y el día 25 se publicó en la Gaceta de Madrid. El nuevo director acepta el cargo y toma posesión del mismo, aunque no llega a viajar a España como quería el gobierno de la República.
Personalidades de la época, como Wenceslao Ronces o Joseph Renau, le incitan activamente para que venga a Madrid y haga explícito su apoyo a la República con ese gesto. Picasso, que por aquel entonces vivía en París, no viajará a Madrid ni se celebrará ningún acto de toma de posesión formal del cargo. Sí actuará como director en diversas ocasiones, con su participación en el Congreso de Artistas Americanos, por ejemplo, donde enarboló la defensa de las actividades del gobierno de la República española.
A Pablo Picasso nunca se le destituyó oficialmente. Él solía bromear con esto, diciendo que no tenía claro si le habían relevado del puesto, lo que le convertiría en director vitalicio del Museo del Prado, residente permanente de las salas en las que se inició como pintor.