© Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2023
© Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía.
Coincidiendo con la celebración del cincuenta aniversario de la muerte de Pablo Ruiz Picasso y el cuarenta aniversario de la de Joan Miró, se presenta Miró-Picasso, una exposición de alcance internacional que se enmarca en los actos de la Celebración Picasso 1973-2023 que estará abierta hasta febrero.
La Celebración Picasso 1973- 2023, con más de cincuenta exposiciones y eventos en todo el mundo, está permitiendo un análisis historiográfico en profundidad de su obra y hacer balance de las investigaciones e interpretaciones sobre la obra de Picasso. En España, el homenaje del Prado ha sido Picasso, El Greco y el cubismo analítico, el del Museo Thyssen-Bornemisza Picasso/Chanel y Picasso lo sagrado y lo profano, el de la Fundación Mapfre la soberbia muestra Julio González, Pablo Picasso y la desmaterialización de la escultura, el del Museo Picasso de Málaga y ahora el del Museo Guggenheim Bilbao Picasso escultor, el del Museo Nacional Reina Sofía Picasso 1906. La gran transformación, próxima a inaugurarse, y el homenaje de la Casa Encendida Picasso: Sin título. Varias de estas exposiciones continúan abiertas. Fuera de España también: en París, en el Centre Pompidou, o en el Met de Nueva York.
No puede entenderse a Picasso sin Miró. Ni viceversa. Es un gran acontecimiento que la Fundació Joan Miró y el Museu Picasso de Barcelona haya organizado conjuntamente una exposición en la que se han intercambiado 130 piezas de sus respectivas colecciones: la obra principal de la serie de Las Meninas o el Arlequín, por ejemplo, saldrá del palacio del barrio gótico para instalarse en la Fundació Joan Miró. De allí saldrá, entre muchas, La estrella matinal, pieza clave en la trayectoria artística y en la historia íntima de Miró. Este ejemplo de reciprocidad enriquecerá la experiencia de los visitantes y abrirá nuevas oportunidades para el estudio de ambos artistas.
Dos ejes vertebran la exposición dual de Barcelona: por un lado, la amistad que mantuvieron durante más de cincuenta años Miró y Picasso, reflejada en obras y documentos que dan fe de sus encuentros, de las afinidades y divergencias en el ámbito artístico y de las amistades compartidas. Por otro lado, el vínculo de ambos con Barcelona, que se tradujo en el legado que dejaron a la ciudad en forma de museo monográfico. Dos ejemplos de mecenazgo de artista y de arraigo comunitario que merecen ser reseñados por su excepcionalidad en nuestro país. El Museu Picasso de Barcelona abrió sus puertas en el año 1963, en la calle de Montcada, por deseo del propio artista y gracias a la determinación y complicidad de sus amigos del círculo barcelonés como Jaume Sabartés, las familias Gaspar y Gili y el notario Raimon Noguera. En 1968, para honrar la memoria del fallecido Sabartés, Picasso donó al museo las cincuenta y ocho obras de la serie de Las Meninas.
Los mismos actores estuvieron presentes en el inicio de la Fundació Joan Miró años después, junto con el arquitecto Josep Lluís Sert –autor de la impresionante sede de la Fundació en Montjuic– , el galerista y amigo Joan Prats, el fotógrafo y amigo Joaquim Gomis y la esposa de Miró, Pilar Juncosa. La Fundació alberga 217 pinturas, 178 esculturas, nueve textiles, cuatro cerámicas, unos 8.000 dibujos y casi toda la obra gráfica del autor, cuya mayor parte proceden de la donación del propio artista, otras provienen de la colección de su esposa, Pilar Juncosa, y de la colección de Joan Prats, así como de varias donaciones posteriores.
El relato expositivo se organiza en torno a seis grandes ejes cronológicos y temáticos y reúne más de 250 obras provenientes de colecciones públicas y privadas de todo el mundo; desde el primer encuentro en 1917 en Barcelona hasta los últimos proyectos monumentales, pasando por las etapas cubista, surrealistas, metafísicas y neoclásicas, el episodio del Pabellón de la República Española en París en 1937 o el interés por la técnica ancestral de la cerámica.
Una oportunidad única
La doble exposición contribuye a reafirmar el valor de dos de los mayores artistas del siglo XX a través de una selección de las colecciones privilegiadas que se conservan en la Fundació Joan Miró y en el Museu Picasso de Barcelona, con obras excepcionales del uno y del otro, que se entrecruzan por primera vez. 76 de las 250 obras de las que se exhiben no se han visto nunca o muy pocas veces en Barcelona: piezas tan emblemáticas como La masía (1921- 1922), Sin título (Cabeza de hombre) (1937) o Mujer, pájaro, estrella (Homenaje a Pablo Picasso) (1966-1973) de Joan Miró; y Las tres bailarinas (1925), Figuras a la orilla del mar (1932) o La mujer que llora (1937), de Pablo Picasso. Se muestran también las divergencias: la tradición realista del dibujo y el neoclasicismo de Picasso, su predilección por la grisalla o su última etapa neofigurativa no tienen correlación con las cosmologías surrealistas, la simbología, las gamas de color o la dedicación al arte textil de Miró. Ni viceversa. Pero incluso en esos campos diferenciales, se aprecia la afinidad temática y la proximidad de un lenguaje estético que sienta las bases del vanguardismo histórica y se prolonga durante la segunda parte del siglo XX, sin el más mínimo atisbo de imitación ni decadencia. La exhibición conjunta de la pintura y la escultura de Picasso y Miró enriquece a una y otra. Nunca hasta esta exposición apasionante y compleja, se había percibido con tanta intensidad la complicidad entre los dos artistas dentro de sus diferencias: la personalidad transformadora, el desafío a los límites y convenciones de la pintura, la intensidad plástica, la invención de un nuevo estilo escultórico, la atracción hacia el arte primitivo, la participación en proyectos escenográficos, la fascinación por Alfred Jarry, el compromiso político de ambos durante la guerra civil española, el interés compartido por la poesía y la escritura o la ilusión por la cerámica que ambos compartieron en su madurez o la intervención en el espacio arquitectónico y público.