Museo Nacional Picasso-París
© Sucesión Picasso, VEGAP, Madrid, 2023
La obra Paul vestido de arlequín (1924) muestra una combinación de ternura y melancolía al retratar al hijo del artista, Paul, con un atuendo de arlequín. La elección de vestir al niño con este traje es significativa, ya que Picasso, aficionado a la figura del arlequín desde 1901, proyecta sobre su hijo la complejidad y dualidad de este personaje teatral, que a lo largo del tiempo se convirtió en su doble melancólico.
Este traje se lo regaló el novelista, dramaturgo, poeta, ensayista y cineasta francés Jean Cocteau a Picasso, y este lo utilizó para vestir a algunos de sus modelos, entre ellos su hijo.
La representación de Paul en esta pintura se realiza con un dibujo preciso y minucioso, que contrasta con la aparente falta de acabado en el fondo y los elementos periféricos. Esta elección podría simbolizar la fragilidad y la melancolía infantil y, al mismo tiempo, denota la influencia del período cubista, evidente en la ausencia de profundidad.
La inspiración neoclásica, derivada de su viaje a Italia en 1917, se manifiesta en la representación detallada del rostro y las manos de Paul. Además, la elección de vestirlo con el traje de arlequín que Picasso recibió de Jean Cocteau añade una capa autobiográfica a la pintura, conectando la figura de su hijo con sus propias experiencias y facetas artísticas.
Es interesante destacar la conexión con obras anteriores, como el Retrato de Olga en un sillón (1918), donde Picasso representa a su primera esposa. En ambas piezas el artista utiliza elementos similares de composición y color, creando una continuidad en su obra. La presencia recurrente de la figura sentada en un sillón en varias obras sugiere una continuidad temática y estilística en la obra del artista.
Fuentes :
Musée national Picasso-París: