Centre Pompidou, Musée national d'art moderne, París
© Sucesión Picasso, VEGAP, Madrid, 2023.
A lo largo de su carrera, Pablo Picasso plasmó de forma recurrente contenido autobiográfico a través de la figura de Arlequín. Este personaje, presente en su obra desde 1901 hasta sus últimos años, encarna para Picasso su propia soledad y fragilidad.
En este lienzo de 1923, Picasso lleva la metáfora a nuevos horizontes al integrar un retrato real en la figura de Arlequín. En este caso, el rostro de este personaje toma la forma de Joaquín Salvado, un amigo del artista. El traje que viste pertenece a Picasso, un gesto que no solo añade capas a la identidad de Arlequín, sino que también conecta simbólicamente a Picasso con otros artistas, como Derain, quien también retrató a Salvado con el mismo atuendo.
La aparente incompletitud del cuadro intensifica su ambivalencia. Combina un estilo gráfico similar al grabado con rombos realzados por colores pálidos, evocando el periodo Rosa del artista.
Este retrato fue adquirido por el Centre Pompidou en 1965 y ha perdurado como un icono de la colección. En el marco de la Celebración Picasso 1973-2023, el Centre Pompidou presenta la exposición Picasso. Dibujar hasta el infinito. La muestra destaca la parte más prolífica de la creación de Picasso a través de casi mil obras, entre ellas cuadernos, dibujos y grabados, procedentes en su mayoría de la colección del Musée national Picasso-Paris.
Fuentes:
Centre Pompidou: