El próximo 8 de abril se cumple el cincuenta aniversario de la muerte de Pablo Picasso (Málaga, 1881–Mougins, Francia, 1973), una efeméride que viene a avivar la picassomanía con multitud de exposiciones. Pero mientras una parte del mundo se dispone a celebrar la obra del gran coloso del arte moderno, la otra, la del MeeToo, agarra al hombre por la pechera y pone su figura resquebrajada en el centro del debate sobre el machismo y la violencia contra las mujeres. La Celebración Picasso, organizada entre los gobiernos español y francés, ha programado medio centenar de muestras, algunas en curso o ya clausuradas, como la que acaba de cerrar sus puertas en el Museu Picasso sobre el marchante Daniel-Henry Kahnweiler (más de 120.000 visitantes), pero la fiesta no ha hecho más que empezar. Carlos Alberdi (Madrid, 1956), comisionado del Año Picasso en sustitución de José Guirao, fallecido el pasado julio, hace un balance positivo de estos primeros meses, confía en que la celebración servirá para que en España se conozca su obra “más allá de su icono más reconocible: la paloma de la paz” y lamenta que se le quiera presentar como “un malvado de libro”. “Hay que entenderlo como lo que fue: un hombre de finales del siglo XIX “, afirma.
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