Pendiente
Hasta el 3 de marzo de 2024, el Museo del Prado y la Fundación AXA emprenden un viaje que atraviesa la superficie brindando la contemplación de una fascinante realidad: la cara oculta de las obras de arte, su reverso.
Junto a obras de la colección del Prado, que descubren el resultado de un largo proceso de investigación sobre sus reversos, se exponen generosos préstamos de instituciones nacionales e internacionales como Assemblage i graffiti, 1972 (Assemblage y graffti) de Antoni Tàpies procedente de la Fundación Telefónica; Cosme I de Médici de di Cosimo, il Bronzino, de la Colección Abelló; el Autorretrato como pintor de Van Gogh procedente del Van Gogh Museum de Ámsterdam; Artista en su estudio de Rembrandt, del Museum of Fine Arts de Boston; o La máscara vacía de Magritte del Kunstsammlung Nordrhein-Westfalen de Düsseldorf, alcanzando casi el centenar de obras expuestas.
El espacio de la exposición, comisariada por el artista Miguel Ángel Blanco, —con las salas A y B del edificio de Jerónimos por primera vez pintadas de negro— propone un recorrido abierto que da la máxima libertad a la relación espacial con las obras, sin jerarquías ni ordenación cronológica, dando entrada a artistas contemporáneos como Vik Muniz, Sophie Calle o el propio Miguel Ángel Blanco con tres libros-caja de la Biblioteca del Bosque.
Esta exposición, estructurada en capítulos que tratan diferentes aspectos relacionados con las traseras, acogerá autores que por vez primera se exponen en el Prado como Van Gogh (1853-1890), René Magritte (1898-1967), Lucio Fontana (1899-1968), Pablo Palazuelo (1915-2007) , Antoni Tàpies (1923-2012), Sophie Calle (1953), Vik Muniz (1961), Michelangelo Pistoletto (1933) y José María Sicilia (1954) o Wolfgang Beurer (f. 1480-1504), Louis-Léopold Boilly (1761-1845), Carl Gustav Carus (1789–1869), Vilhelm Hammershøi (1864–1916), Martin van Meytens (1695-1770), Wallerant Vaillant (1623-1677), Ernst Ludwig Kirchner (1880-1938) y Max Liebermann (1847-1935).
Entre los diferentes capítulos se encuentra: El artista tras el lienzo; Esto no es una trasera; El bastidor como cruz; Caras B; Más información al reverso; Ornamentos y fantasmas; Pliegues, cortes y recortes;De espaldas, frente a la pintura. Dados la vuelta y Naturaleza de fondo.
En El bastidor como cruz, se resalta uno de los componentes esenciales de los reversos, reales y representados, los bastidores. En las obras pequeñas forman rectángulos, reforzados en las esquinas; en las más grandes, se necesita una cruz para robustecerlos. Así, figuradamente, la cruz sustenta la imagen pictórica. La tela se sujeta con clavos al bastidor, se crucifica, y para transportar los cuadros los agarramos por el bastidor, portamos la cruz. François Bunel el Joven, Georgia O’Keeffe o Mark Rothko interpretan esa modalidad de viacrucis laico y artístico, y comparten así la condición penitencial del cuadro El alma cristiana acepta su cruz, de un anónimo francés. La acumulación de maderas que vemos en este se repite en la fotografía de Douglas Duncan del taller de Picasso, de cuyo Guernica –escena sacrificial– traemos parte del bastidor original, que es quizá el más castigado de la historia: un auténtico Ecce Homo.